De los Cafés Cantantes a la Ópera Flamenca

Entre 1920 y 1955 los espectáculos flamencos se trasladarían paulatinamente desde los Cafés Cantantes a plazas de toros y teatros, bajo el nombre de Ópera flamenca. Esta denominación era una estrategia económica de los promotores para pagar menos impuestos. En esta época los espectáculos flamencos se extendieron por toda España y por las principales ciudades del mundo. El gran éxito social y comercial alcanzado por el flamenco en esta época eliminó de los escenarios algunos de los palos más antiguos y sobrios. Y tomaron protagonismo aires más ligeros como las cantiñas, los cantes de ida y vuelta y, sobre todo, los fandangos, de los que se crearon muchas versiones personales. ​

 

El Concurso de 1922

El compositor Manuel de Falla, junto a otros intelectuales de la época, tuvieron la idea de convocar un concurso de cante jondo en Granada en 1922. Entre otros intelectuales, se encontraban Federico García Lorca, Juan Ramón Jiménez o Joaquin Turina. Todos coincidían en la creencia de que el triunfo masivo del flamenco acabaría con sus raíces más puras y jondas. En este concurso solo podían participar aficionados y se excluían los cantes festeros (como las cantiñas). El jurado, presidido por Antonio Chacón, que por entonces era primera figura del cante, contaba con prestigiosos conocedores del arte flamenco. Se alzó con el primer premio “El Tenazas“, un cantaor profesional retirado de Morón de la Frontera, y Manuel Ortega, un niño sevillano de ocho años que pasaría a la historia del flamenco como Manolo Caracol.

 

Manuel de Falla, Tenazas de Morón y Federico García Lorca. Concurso Flamenco de 1922 en Granada

Intelectuales de la Generación del 27 contra la Ópera Flamenca

 

El concurso del 22 resultó un fracaso debido el escaso eco que tuvo. Y es que  los organizadores no supieron entender el carácter profesional que por entonces ya tenía el flamenco. Se empeñaron en balde en buscar una pureza que nunca existió en un arte que se caracterizaba por la mezcolanza y la innovación personal de sus creadores. Al margen de ese fracaso, con la generación del 27 comenzó el reconocimiento del flamenco por los intelectuales. Hay que tener en cuenta que muchos de sus miembros más eminentes eran andaluces y por tanto, conocedores de primera mano del género.

La Generación del 27 y el Flamenco

 

Conferencia “La Generación del 27 y el flamenco”, por Juan Pinilla

 

En suma, el periodo de la Ópera Flamenca fue una época abierta a la creatividad. Conformó definitivamente la mayor parte del repertorio flamenco. Y fue la Edad de Oro de este género, con figuras como Antonio ChacónManuel VallejoManuel TorreLa Niña de los PeinesPepe Marchena y Manolo Caracol.

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